Las causas de este aumento de precios
Frente a una demanda exponencial, los proveedores de alta tecnología llevan luchando desde finales de 2020 con graves problemas de suministro y costes causados por una escasez sin precedentes de semiconductores. De hecho, la crisis de COVID-19 ha provocado el cierre temporal de muchas plantas de fabricación de componentes, esenciales para el equipamiento tecnológico.
Casi el 70% de la producción de chips se realiza en Asia, que se ha visto drásticamente confinada desde hace más de dos meses. Esto ha provocado el agotamiento de las existencias e incluso la escasez, lo que ha desencadenado un aumento de los precios para adaptarse a la oferta y la demanda.
Debido al confinamiento, toda la cadena de suministro se vio afectada: desde el cobre hasta las obleas (una lámina muy fina de material semiconductor monocristalino), pasando por la mano de obra, la logística y el transporte. Como resultado, los tiempos de fabricación de los componentes se han duplicado en un año, con tiempos de espera de 40 a 60 semanas.
Por ello, los componentes empiezan a escasear y la demanda sigue siendo superior a la producción. Los proveedores de hardware están reservando pedidos récord para 2022 y dicen que la demanda está superando a la oferta en algunos productos. Las limitaciones de la oferta están provocando nuevos aumentos en los costes de los componentes, así como en los costes de transporte. Con la disminución del transporte aéreo, los precios del transporte marítimo se han quintuplicado desde el comienzo de la crisis sanitaria. Estos costes se reflejan sistemáticamente en el precio final del producto.
Una escasez mundial generalizada
Esta escasez de todos los componentes electrónicos, desde los más insignificantes hasta los más esenciales, no perdona a ningún productor de alta tecnología: ordenadores, servidores, equipos de centros de datos, consolas de videojuegos, procesadores y otros dispositivos informáticos. Incluso la industria de la telefonía móvil se está viendo afectada por la escasez de silicio, lo que hace temer un aumento de los precios de los smartphones y una mayor escasez de algunos modelos.
La situación también se agrava en el sector del automóvil, que no había previsto su necesidad de semiconductores, igualmente esenciales en sus procesos de fabricación. Empresas como General Motors y Ford han reducido o incluso detenido la producción de algunos vehículos por falta de suministro.
Según los expertos de la industria de los semiconductores, el reinicio de las plantas de fabricación y el restablecimiento de las cadenas de suministro a los niveles anteriores a la pandemia no serían posibles antes del 2023. Incluso sin tener en cuenta un posible aumento de la demanda, es probable que los precios sigan subiendo en 2022 y que siga habiendo escasez de productos.